Una de las características del Campo del Arte radica en la indefinición de sus límites como espacio social, nombrarlo así, también implica identificar a los agentes sociales que lo intervienen y lo configuran a través de sus interacciones, producciones y reproducciones discursivas, en este caso, creativas toda vez que proponen una manera de representar algo. Como espacio social, el Campo del Arte es en sí mismo una estructura que determina posiciones, trayectorias, estrategias, luchas, diferencias y semejanzas sobre sus agentes sociales. (Bourdieu, 2012).
Por otra parte, los agentes sociales del Campo del Arte, es decir, los artistas, desarrollan un sentido de pertenencia y diferencia con respecto a otros agentes sociales, a otros campos sociales de los que se distinguen, precisamente, por la subjetividad y objetividad de sus prácticas culturales y propuestas creativas. Por ello, hablamos de un sentido de la identidad (Abric, 2004) de los artistas como agentes sociales especializados del Campo del Arte.
A partir de las consideraciones anteriores, podemos reconocer cómo, en función de la estructura llamada Campo del Arte, y de las prácticas culturales de sus agentes sociales especializados, los artistas, se definen tendencias discursivas (Habermas, 2006, Tomo I) de representación estética que orienta, para quienes así lo estudiamos, una dinámica del arte y, en consecuencia, de la cultura.
La interrelación de estas perspectivas teóricas se explica como una visión interdisciplinaria por la forma en que se observa y estudia una realidad determinada, pero también propone, de manera transdisciplinar, una forma de comprensión respecto de la relación histórica, identitaria y de tendencias discursivas contemporáneas de un campo artístico particular: el literario en la ciudad de Puebla.